El pasado 22 de noviembre fuimos a Madrid a la entrega de Premios Travelguau 2017. Melisa Tuya, periodista del periódico 20 Minutos fue premiada en la categoría de «Compromiso» y como ya adelantamos, nos donó su premio: 225 kilos de pienso que la fundación Kiwoko da a los ganadores.
Se celebró en el Museo Lázaro Galdiano, en Madrid, por Travelguau. Fue una gala divertida, acogedora y comprometida por los animales de compañía.
Muy interesante conocer las iniciativas que se toman en otros lugares de España para conseguir (lo que hace años era una excepcionalidad) una normalidad: poder compartir los espacios públicos y privados con los animales de compañía.
A Melisa Tuya, GRACIAS por ayudar a nuestra Asociación, nos encantó verla de nuevo en persona y pasar un rato tan maravilloso y enriquecedor, todo un placer.

Desde EL AMIGO FIEL queremos dar nuestro apoyo y enhorabuena a Melisa Tuya por su novela “GALATEA”.
Melisa, además de dar voz durante años a muchos animales necesitados en su blog “En busca de una segunda oportunidad” del periódico 20Minutos, dona parte de los beneficios de este libro a una Protectora: Asociación Nacional Amigos de los Animales.
Recomendamos esta estupenda novela y así colaborar con una causa benéfica.
Nosotros apoyamos su proyecto con nuestra Nikita, otra víctima del abandono ya felizmente adoptada, que ha posado para la foto.
Gracias Melisa Tuya por la labor que realizas.
Desde EL AMIGO FIEL de Córdoba, queremos dar las gracias a nuestros amigos de MASCOTEROS SOLIDARIOS por la donación que nos han hecho de un lector de microchips.
Nos hacía mucha falta a nuestra Asociación y ellos no han dudado en brindarnos esta ayuda. 
A todo el equipo que forma esta magnífica ONG que lucha por los derechos de los animales, 
GRACIAS.
Un rescate más, esta vez de un pobre Galápago Leproso.
Nos lo encontramos cruzando por mitad de la carretera, donde iba a durar segundos en ser aplastado por los coches.
Lo montamos en el coche y lo hemos tenido a salvo unos días hasta cerciorarnos de que estaba sano para poder devolverlo a su hábitat.
No sabemos por qué estaba en esa zona, tal vez se desorientaría y andó demasiado lejos de donde podía estar a salvo.
Los Galápagos Leprosos son autóctonos, aunque cada vez son menos… no están en peligro de extinción (aún), pero si están protegidos. Las redes y anzuelos de los pescadores, la contaminación, la captura, etc… están haciendo que sea casi imposible verlos en libertad.
A este pequeño, lo soltamos en una zona donde realmente va a poder vivir con calidad de vida, donde tendrá muchos refugios, comida a su alcance y con seguridad encontrará una pareja.
¡ Sé libre FLECHA !

La asociación Amigo Fiel, que ha abonado los gastos veterinarios, se hace cargo de la perra de aguas que viajó varios kilómetros en el parachoques de un coche tras ser arrollada a la altura de El Higuerón
No tiene nombre, pero sí una historia digna de contarse. La perra de aguas que sobrevivió ayer varios kilómetros en el parachoques del coche que la atropelló a la altura de El Higuerón, ha sido acogida por la protectora de animales Amigo Fiel, que esta misma mañana se encargó de recogerla en la clínica veterinaria de República Argentina, a donde fue trasladada en la tarde de ayer por el conductor que la atropelló.
Según señalaron desde la clínica, a falta de realizarle más pruebas, la perra, de unos dos años, se encuentra en buen estado y solo presentaba lesiones en una de sus patas delanteras; todo una suerte teniendo en cuenta que llegó, pasadas las 19.30 horas, enganchada en el parachoques del vehículos y que fue necesaria la intervención de los Bomberos para rescatarla del coche.
A partir de ahora, la citada protectora, que se ha hecho cargo de todos los gastos veterinarios, se encargará del tratamiento veterinario y de comprobar que, como parece, la perra no tiene dueño. “Los síntomas que aparenta son de estar en situación de abandono”, señalaron desde la protectora que, tras cumplimentar los respectivos trámites de comprobación y, una vez que el animal esté recuperado, se encargará de buscarle un hogar.

EL AMIGO FIEL quiere dar las gracias a tres de nuestros estupendos voluntarios que colaboraron para la fotografía del periódico, ellos son (de izquierda a derecha): Paqui Luna, Jose Yerro y Ángela Soler. 
Como no, también a nuestros gordetes del albergue, MASK y BEGGA que se portaron genial para la ocasión y recordamos que están a la espera de poder ser adoptados.

EL AMIGO FIEL hoy quiere hacer un agradecimiento muy especial, va dirigido a la Clínica Veterinaria VETA de Córdoba. 
Son muchas las Protectoras de animales que van probando de clínica en clínica para llevar a sus animales y suele haber descontento por muchas razones (trato de segunda, tarifas no ajustadas, falta de interés, etc) al igual que son muchos los veterinarios que acaban quemados de las Protectoras por los problemas que les originan como facturas sin abonar, la falta de confianza en algunas de sus valoraciones clínicas,  la exigencia de unos precios que no son asumibles por parte de ellos, etc. 
Hace tiempo conocimos a la clínica veterinaria VETA, desde entonces estamos más que satisfechos por el trabajo que realizan, por ser unos magníficos profesiones, serios, íntegros, comprometidos y con iniciativa. 
Gracias a ellos hemos podido realizar Campañas de Esterilización con unos estupendos resultados, Campañas contra la Leishmaniosis, Campañas Antiparasitarias y sobre todo, por atender a los animales de nuestra Asociación con un trato excelente y de primera.
Por supuesto, el trabajo bien hecho se basa en una relación honesta y ética entre clínica veterinaria y Protectora.
Por todo esto y por confiar en EL AMIGO FIEL desde el primer momento, damos las gracias a todo el equipo humano que forma la clínica veterinaria VETA:
Alberto Barra, Mª José Delgado, Rafi Gazquez, Francisco Zafra y Juan Berciano.
Morir en una perrera es morir entre muros fríos, sin unos ojos compasivos ni una pizca de ternura, que alivien la angustia de enfrentarse a lo desconocido. Morir en una perrera es morir dos veces, pues el golpe final se abate sobre el abandono, el desamparo, el llanto. El rito siempre es el mismo: unos pasos, el sonido de una llave, un breve paseo, a veces una caricia, una aguja y un leve parpadeo que anticipa una oscuridad infinita. Las estrellas se enfrían mientras el cuerpo se desmorona. La mirada se desprende como un pájaro que se cae de una rama, abatido por una helada furtiva. El corazón se apaga como una canción de cuna que gime sobre un lecho vacío.
Morir en una perrera significa precipitarse en el olvido. Nadie te recordará sobre la orilla tendido, bebiendo la brisa que refrescaba tu garganta. Nadie te recordará ladrando detrás de una cometa. Nadie recordará tu silueta ondulándose entre el aire y la espuma. Nadie sabrá que las paredes del mediodía se encendían para ti y que la lluvia caía para que los caminos se llenaran de charcos y tu imagen pudiera romperse en mil pedazos. Nadie sabrá que el sol se divertía contemplando cómo saltabas para morder el cielo y sentir el frescor inaudito de las alturas. Nadie escuchará tus ladridos impacientes, divertidos, atolondrados, espantados. 

Ya no asustarás a las palomas, que caminan por los parques con torpeza de pingüinos. Ya no temblarás de miedo, con el estrépito de los truenos. Ya no te refugiarás entre unas piernas, sobrecogido por esos cohetes que parecen huir de la infinita crueldad de los hombres. Te espera la noche con sus aguas oscuras. Te espera el viento, que jugará con tus cenizas. Te espera la Luna, que abrirá sus entrañas para acoger tus huesos. La Luna es un gran cementerio que sepulta a los infortunados. Los entierra con sigilo, con respeto, con plegarias de sombra, con pasos lentos. Los entierra en una eternidad silenciosa, que murmura nombres y evoca sueños. Los entierra con esperanza, con ternura, pensando en deslumbrantes claridades que anunciarán la resurrección de los que murieron aturdidos, humillados, desarraigados, desolados.
La eternidad no vendrá para todos. La eternidad está reservada para ti, que abriste los ojos y notaste una mano humana. Primero, su blandura; después su dureza. No temas a la muerte. La muerte nos llama a todos. No importa dejar de respirar. Importa saber que los desventurados, los que mueren entre extraños, regresan cada primavera. Tus lágrimas incrédulas regresarán convertidas en un río tumultuoso. Tus aguas violentas despertarán a los que te abandonaron en una carretera, celebrando tu desconcierto. Tus aguas son el clamor de los que conocieron la sed, el hambre, la perplejidad, el miedo. Durante días, avanzaste entre espinas, subiendo y bajando laderas, cobijándote entre sombras y piedras, incapaz de comprender la aspereza de unos hombres que te ahuyentaban con palos y piedras. Dormiste bajo un cielo enlutado, con estrellas de piedra fría, preguntándote qué harías al siguiente día. El sol te despertaba aterido, con telarañas en los ojos y el estómago hundido. Los pájaros se asombraban al contemplar tu delgadez y tu aflicción. Ya no te fiabas de los hombres. Eras un espectro, que deambulaba entre campos de trigo. Sólo tenías dos años, pero sentías el lastre de una pena antigua. Ya no tenías alma, sino una herida que se ensanchaba cada día.
No podrías explicar cómo, pero regresaste a la ciudad donde habías crecido, pensando que el rojo violento de la aurora se habían inventado para ti. Al principio, no reconociste tu ciudad. Nunca había visto esas casas, con paredes de cartón y tejados de uralita. Nunca habías visto esas fogatas, rodeadas de niños con las caras tiznadas. Les miraste a los ojos y descubriste la misma incertidumbre, el mismo temor de haber nacido en un mundo que te cierra las puertas. No te atreviste a mendigar pan, no te atreviste a suplicar un poco de calor. La desgracia no siempre es amable. Seguiste caminando por un arcén estruendoso, que temblaba bajo el peso de enormes camiones. Ya conocías el asfalto, pero nunca habías experimentado su dureza en la hora más alta del mediodía. Notaste que ibas dejando unas huellas granates, un rastro que nadie seguiría, pues nadie te buscaba y a nadie le preocupaba tu destino. Por fin vislumbraste los edificios, los parques, las calles llenas de gente. Avanzaste entre la multitud, te detuviste ante unos desconocidos, les miraste, te ignoraron, continuaste tu camino hacia ninguna parte. Te tumbaste bajo un castaño y dejaste que una leve brisa refrescara tus ojos enfebrecidos. Al poco rato, aparecieron unos hombres. Se acercaron con un lazo, poco a poco, como si temieran que les hicieras daño. Una cuerda se ciñó a tu cuello y te obligó a levantarte.
Te trasladaron en un furgón, con otros perros en el filo de la nada. La nada es morir sin que otros lamenten tu ausencia. La nada es morir sin poder decir adiós porque nadie se ofreció para estar a tu lado. Pasaste unos días en un suelo helado, con unas rejas velando tu miedo, tu angustia, tu resignación a no ser y a no ser recordado. La muerte llegó como una sombra que penetra silenciosamente en una habitación y se tumba en el suelo, esperando que la noche borre su presencia. La muerte se bebió tu alma y dejó tu cuerpo inerte, con los parpados vencidos. Una bolsa negra fue tu mortaja y un vertedero tu última morada. No eres más que eso para los hombres: un despojo, un desperdicio, algo que fue y no mereció existir. ¡Qué horrible mentira! Tú no eres esos restos que esperan ser incinerados con toneladas de basura. Tú eres la luz que incendia la tierra, la dulzura que no se extingue, la inocencia que nunca se malogra, el viento que nos desordena el pelo y nos recuerda que hay un mañana. Un mañana donde tú nos esperas, libre al fin de la miseria humana, corriendo por una orilla infinita, que ofrece a tus pies doloridos su blandura de playa embriagada de mar, brisa, sol, risa, espuma. Hasta entonces, volverás cada primavera, como un río que regala abrazos y esperanza, feliz de sembrar la dicha a su paso.
Fuente: RAFAEL NARBONA

Juegos con el gato que causan problemas de comportamiento.
Muchas personas suelen divertirse realizando juegos brutos con el gato. Juegan con sus manos, provocando al gato y haciéndolo rabiar, sobre todo si el gato es pequeño.
Por más que decimos que es contraproducente jugar con nuestras manos con el gato, la gente sigue haciéndolo, y esto genera problemas más adelante en el gato cuando es adulto. Es más importante de lo que parece.
Cuando el gato pasa del mes a los dos meses de edad, pasa por una fase de aprendizaje muy importante: el autocontrol y la intensidad de la mordida. Esto lo suelen aprender mediante juegos con sus hermanos y su madre, por eso es ideal que el gatito viva con su familia hasta los dos meses y medio de edad o con otros gatos que le enseñen. Si el gatito no pasa esa edad con su familia gatuna, y en cambio lo pasa con nosotros, debemos tener cuidado y procurar enseñárselo nosotros. Y estamos haciendo justo lo contrario. En esta fase, al jugar con el gato con las manos, le estamos enseñando dos cosas: que nuestro cuerpo es presa (no olvidemos que el gato es un animal cazador), y que puede morder y arañar todo lo que quiera (ya que siendo pequeño el gatito apenas hace daño). Se le provoca con nuestras manos y se le hace rabiar para que muerda más fuerte, que es justo lo contrario a lo que debe aprender. También se suele jugar a provocarle con los pies.
¿Qué ocurre cuando el gato es adulto? Que no tiene autocontrol ninguno. Suelen convertirse en gatos que muerden muy fuerte, que se abalanzan sobre nosotros de buenas a primeras y nos muerden (se lo has enseñado tú), que no tienen medida a la hora de morder ni controlan cuando es juego, se frustran. Luego la gente me llama diciéndome que tiene un gato agresivo, que apenas se deja tocar porque muerde, que le “ataca” mientras camina por los pasillos de casa, que está sentado tranquilamente y viene el gato y le muerde, y con dos preguntas ya llego al origen del problema, y es éste. Todos estos comportamientos inadecuados suelen estar derivados por un gran error nuestro a la hora de enseñarle, o porque le ha faltado este aprendizaje en la edad adecuada. Pero nunca es tarde.
Si por cualquier motivo el gatito no puede estar con otros gatos durante el mes a los dos meses de edad, nosotros podemos enseñarle, con unas pautas muy fáciles de realizar:
Por supuesto, jamás jugar con el gato con nuestras manos ni pies.
Provocar al gato a jugar con juguetes, sobre todo los de cuerda larga o caña de pescar, con los que el gato no pueda acceder a nuestras manos mientras jugamos con él. Un gato pequeño y hasta que es adulto necesita mucha actividad.
Si nos muerde, no debemos mover la mano (si la presa se mueve, él muerde más fuerte) y debemos chillar, demostrándole que nos está haciendo daño. Esto lo hacen sus hermanos gatitos cuando juegan entre ellos: uno muerde, el otro chilla, así el que está mordiendo para de morder y suelta a su hermano, así una y otra vez. Cuando nos suelte, debemos retirar la mano o el pie tranquilamente y desviar su atención a otro tipo de juego como los que hemos comentado antes. Este chillido sólo lo debemos realizar cuando se trata de un juego, jamás si un gato nos está agrediendo por otro motivo.
Hay que respetar el espacio vital del gato y no agobiarle cuando no quiere ser acariciado o cogido en brazos. Cuando demanda actividad, hay que dársela, cuando es el momento del descanso, entonces podremos acariciarle.
Sólo así conseguiremos que nuestro gato esté equilibrado, no le provoquemos problemas de comportamiento, que luego injustamente pagan ellos, pues estos gatos acaban abandonados o sacrificados, diciendo sus dueños que son “agresivos”.
FUENTE:
Laura Trillo Carmona, Terapeuta Natural de Gatos
laura@terapiafelina.com/ www.terapiafelina.com